Uno de los mantras más cacareados por parte de nuestros gurú económicos es el de que la liberalización del comercio internacional en los países subdesarrollados es fundamental para el desarrollo, sin embargo, ¿es esto verdad? Desmontemos el mito del “libre comercio”.

El comercio internacional vive una época dorada. Una de las grandes recomendaciones que han hecho los organismos internacionales capitalistas más importantes de manera recurrente ha sido la de quitarle trabas al comercio. La creación del GATT para la eliminación paulatina de aranceles acabó culminando en la creación de la OMC, un organismo con capacidad sancionadora internacional y a la que pertenecen 164 países. Sin embargo, con la irrupción de Donald Trump y la imposición de políticas heterodoxas en lo que al comercio se refiere por parte de los tigres asiáticos ha hecho que el eterno debate entre proteccionismo y libre comercio esté más vivo que nunca.

La discusión sobre el libre comercio se remonta al siglo XVI con el advenimiento del capitalismo mercantilista. En esta época, los conflictos marítimos y comerciales europeos se saldaron con la victoria inglesa y holandesa. Este hecho sería fundamental para el advenimiento del capitalismo industrial en los siglos posteriores. “La riqueza de las naciones” , obra cumbre del economista Adam Smith publicada en 1789, hablaba de como el libre comercio entre las naciones haría aumentar el mercado, desarrollando las fuerzas productivas y aumentando la riqueza de todas las naciones involucradas.COMERCIO MUNDIAL % PIB, fuente: Banco Mundial

28 años después el también inglés David Ricardo sacó su libro “Principios de economía política”, en la que alababa el libre comercio gracias a la existencia de las ventajas comparativas entre países. Esta teoría sigue teniendo una enorme influencia hoy en día y es el fundamento teórico más importante para los defensores del libre comercio. Expliquemos brevemente en que consiste la teoría de Ricardo. Imaginemos dos países que producen dos bienes cada uno. Como cada país normalmente produce con una relación de precios entre los dos bienes diferente, esto significa que en cada país una mercancía será relativamente más barata que la otra. Por lo tanto, cada país deberá especializarse en esa mercancía relativamente más barata. Según Ricardo, el comercio internacional será beneficioso aunque un país produzca los dos bienes de manera más eficiente que el otro, es decir, el libre comercio será bueno incluso cuando un país posea ventajas absolutas en ambos bienes. Para Ricardo, en la competencia nacional priman las ventajas absolutas, mientras que en el comercio internacional no.

Usemos el mismo ejemplo que utiliza Ricardo en su libro de tela, vino y Portugal, Inglaterra. Imaginemos que Portugal produce una cierta cantidad de tela en 90h / hombre y vino en 80h / hombre. Supongamos que el equivalente en oro es de media onza por cada hora de trabajo. Entonces, el precio de la tela será de 45 onzas y el vino de 40 onzas. Pasemos a analizar Inglaterra; Inglaterra produce también tela y vino pero es menos productiva que Portugal. Produce la misma cantidad de tela en 100h / hombre y el vino en 120h / hombre. Como ambos países usan el oro como moneda de cambio, el precio de la tela será de 50 onzas y el de la tela será de 60 onzas.

telavino
Inglaterra100h/60 onzas120h/50 onzas
Portugal90h/45 onzas80h/40 onzas

Es obvio que Portugal tiene una ventaja absoluta en ambas mercancías y que Inglaterra preferirá importar la tela y el vino antes de producirlos, esto producirá una salida de oro desde Inglaterra a Portugal. En este punto la teoría cuantitativa del dinero es crucial. La teoría cuantitativa del dinero afirma que existe una relación directa entre la cantidad de dinero y la relación de precios. Entonces, debido a la salida de oro desde Inglaterra hacia Portugal la oferta monetaria inglesa disminuirá, esto hará que los precios en el mercado doméstico de Inglaterra disminuyan y los de Portugal aumenten. Esta disminución de precios hará que Inglaterra cada vez pueda ser más competitiva con Portugal hasta que ambas naciones tengan una posición equilibrada. Esta teoría fue utilizada por Ricardo para oponerse a los defensores del proteccionismo.

El teorema Heckser-Ohlin-Samuelson es una variación de la teoría de las ventajas comparativas de Ricardo, con la diferencia que en este teorema el foco de análisis serán las dotaciones iniciales de capital y trabajo. El comercio internacional hará que países con mayores dotaciones de capital (países industrializados) se especialicen en bienes intensivos de capital y los países con mayores dotaciones de trabajo (países subdesarrollados) se centren en bienes intensivos en trabajo (productos agrícolas y bienes primarios). En definitiva, según los autores del teorema, la desigualdad internacional no es algo con lo que haya que acabar, sino que es eficiente. Por si fuera poco, Leontief lanzó una crítica poco menos que definitiva a este teorema, demostrando que los países desarrollados poseen una alta intensidad en mano de obra, pero esta es muy cualificada. Volveremos a este punto más adelante.

Después de haber analizado las teorías más importantes de la economía burguesa, procedemos a criticarlas con la teoría de las ventajas absolutas de Shaikh-Marx. La intención inicial de Marx a la hora de escribir el capital era la de realizar dos volúmenes separados del comercio internacional y del mercado mundial, algo que nunca pudo producirse. Sin embargo, según el economista marxista pakistaní Anwar Shaikh, en la ley del valor presentada por Marx en el capital y en su teoría sobre el dinero desarrollada en los “Grundrisse” aparecen los elementos para efectuar una crítica sólida de la teoría de las ventajas comparativas de Ricardo.

Para desarrollar la crítica de las ventajas comparativas procedemos a explicar brevemente la la diferencia entre la teoría del dinero de Marx y la de Ricardo. Como hemos mencionado anteriormente, Ricardo basa su análisis en la teoría cuantitativa del dinero, es decir, cuando aumenta la oferta monetaria los precios aumentan y viceversa. La teoría del dinero de Marx difiere de la de Ricardo, Marx se refiere a las funciones del dinero en los procesos de producción y cambio. La primera función es como medida del valor, la segunda es como medio de cambio y la tercera como mercancía universal y por lo tanto, el objetivo del capitalista es el atesoramiento y la acumulación del dinero-capital. Esta última propiedad del dinero lo va a convertir también en capital y explica la unión que existe entre dinero y tasa de interés. Este hecho será trascendental para efectuar el reexamen al comercio internacional y al caso presentado por Ricardo.

Volvemos de nuevo al ejemplo anterior del comercio entre Portugal e Inglaterra. Como hemos mencionado anteriormente, Portugal posee una ventaja absoluta en la producción de ambos bienes. Los capitalistas ingleses comprarán tela y vino a Portugal, esto provocará una salida de oro desde Inglaterra hacia Portugal. Es aquí cuando la teoría Shaikh-Marx difiere de la de Ricardo, Marx niega que los cambios en la oferta monetaria impliquen necesariamente cambios en el nivel de precios.

El efecto de la salida del oro de Inglaterra a Portugal será el siguiente, en primer lugar en Inglaterra disminuirá la oferta de dinero-capital prestable (crédito), además la industria local sucumbirá ante la competencia extranjera por lo que la demanda de crédito también disminuirá. Esto provocará una subida de los tipos de interés que reducirá la inversión y por lo tanto se producirá una contracción de la demanda agregada, además, el déficit comercial crónico con Portugal hará que la balanza comercial sea negativa, lo que reducirá aún más el PIB. En Portugal, en cambio, tendrá el efecto contrario. Una parte del oro será absorbida por el incremento de la circulación y el resto pasa a las reservas bancarias ampliadas, esto hará que aumente la oferta de capital-dinero y el tipo de interés baje. La bajada del tipo de interés estimulará la inversión y hará aumentar la demanda agregada.

Después de pasar un tiempo y ante la bajada de los tipos de interés, a los capitalistas portugueses les interesará prestar su capital-dinero en Inglaterra, atraídos por los altos tipos de interés. Esto hará que haya flujos de capital desde Portugal hacia Inglaterra. La entrada de capital procedente de Portugal hará bajar los tipos de interés de Inglaterra y solucionará en parte el problema del déficit comercial crónico. No obstante, el objetivo último de cualquier préstamo es la ganancia, el préstamo deberá devolverse más unos intereses, por lo que seguirá saliendo oro desde Inglaterra hacia Portugal. Finalmente Inglaterra, derrotada por un déficit comercial crónico con Portugal y acosada por los acreedores portugueses acabará en la bancarrota. Este sencillo ejemplo nos vale para ilustrar las relaciones comerciales internacionales entre países desarrollados (Portugal) y países subdesarrollados (Inglaterra). En palabras de Anwar Shaikh, autor de esta teoría, “en el libre comercio, la desventaja absoluta del país capitalista subdesarrollado tendrá como resultado déficits comerciales crónicos y prestamos internacionales acrecentados”. De este ejemplo extraemos que la causa intrínseca del desarrollo desigual internacional y de la formación de relaciones de dependencia es el comercio libre mismo, completamente independiente de los villanos internacionales, tales como la inversión extranjera, el poder político, etcétera.

Los países subdesarrollados solo comerciaran con bienes de los que poseen ventajas absolutas en el comercio, generalmente productos agrícolas y bienes manufacturados intensivos en mano de obra. El problema de estos productos es que, como decían los autores de la CEPAL, tienden a bajar de precio en el tiempo. Este fenómeno se conoce como el deterioro en los términos de intercambio.

Evolución del precio de las materias primas en dólares constantes (año base 2000:100)

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la UNCTAD

Esto se explica debido a las diferencias crecientes entre trabajo simple y trabajo complejo. A medida que avanza la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías en los países desarrollados existe una creciente mejora de la productividad del trabajo, lo que se conoce como “acumulación de capital humano”. Podemos definir el trabajo simple como aquel que requiere poco tiempo de preparación de la mano de obra, el trabajo complejo por el contrario requiere una mayor preparación. La diferencia entre ambos es cuantitativa y el trabajo complejo se puede descomponer en unidades de trabajo simple. Las empresas que emplean una alta proporción de trabajo cualificado (diseñadores, ingenieros…) suelen generar más valor que las que tienden a utilizar trabajo simple. Esta diferencia puede ser creciente si los países desarrollados concentran cada vez más este tipo de producción. Además si en las cadenas internacionales de valor los países atrasados se centran en los trabajos simples las diferencias de precios también pueden ser crecientes. También debemos mencionar que las economías productoras de materias primas se convierten en muy dependientes de la demanda extranjera, por lo que las crisis que se producen en el seno de los países desarrollados rápidamente se extienden a los subdesarrollados.

Encima de las diferencias crecientes entre trabajo complejo y trabajo simple, los países industrializados tienden a hacer “triquiñuelas” en el comercio internacional de bienes agrícolas. Mientras que en la OMC defienden la eliminación de aranceles y el no favorecer a las empresas autóctonas, estos países a su vez inyectan subvenciones estratosféricas a sus agricultores. Tenemos el famoso ejemplo de México y EE.UU, en el que EE.UU subvenciona a sus agricultores del maíz y con ello le da una ventaja fundamental respecto a los mexicanos. Por poner un ejemplo de esta hipocresía Bush (un defensor acérrimo del libre mercado) decidió incrementar en un 80% las subvenciones a la agricultura en 1996.. Este hecho ha convertido a México en importador de alimentos cuando antes de la firma del NAFTA en 1994 tenía soberanía alimentaria.

En definitiva, los países capitalistas ricos dominarán el comercio ya que su mayor eficiencia les permitirá producir la mayoría de mercancías con menos horas de trabajo. No obstante, entre naciones capitalistas más o menos del mismo nivel económico el comercio tendrá un patrón de características completamente diferente.


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