Las cifras dadas a conocer la semana pasada en materia de comercio exterior en México, así como de crecimiento del PIB en los Estados Unidos, aportan valiosos elementos para tratar de configurar el escenario de corto plazo que tomará el rumbo de la actividad económica en nuestro país.
El pasado viernes 26 de abril, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) divulgó la Información Oportuna sobre la Balanza Comercial de Mercancías durante marzo. Lo peculiar de este reporte es que se registró una notable contracción en el comercio exterior de mercancías durante el tercer mes del año.
Prácticamente todos los rubros de exportaciones como de importaciones registraron tasas de crecimiento anuales negativas. Por el lado de las exportaciones, los envíos totales al resto del mundo disminuyeron 1.2% anual en marzo, destacando a su interior las caídas en las exportaciones agropecuarias y extractivas del orden de 5.6% y 4.6% respectivamente. Solamente el sector automotriz fue la excepción al registrar un incremento marginal del 0.3% en sus ventas externas.
En el frente de las importaciones, en términos totales el país compró del exterior un 0.5% menos que en marzo del 2018. Las caídas más pronunciadas se tuvieron en las importaciones petroleras que se contrajeron un 5.2% a tasa anual. Solamente las compras externas de bienes intermedios y bienes de capital tuvieron tasas de crecimiento positivas aunque marginales del 0.1% y 0.2% respectivamente.
Este comportamiento negativo casi generalizado en las cifras de comercio exterior de mercancías de México durante marzo, causa hasta cierto punto extrañeza al ver el relativamente buen comportamiento de la actividad económica de nuestro principal socio comercio comercial. Ante ello se hubiera esperado un mayor dinamismo de las compras estadounidenses de bienes mexicanos, es decir un mejor comportamiento en nuestras exportaciones. Cosa que no sucedió.
Resulta que el Departamento de Comercio de los Estados Unidos, en su primera estimación del PIB correspondiente al primer trimestre, dio a conocer que la principal economía del planeta creció a una tasa anualizada del 3.2%. El consenso del mercado esperaba un crecimiento de alrededor de un 2%.
Esta agradable sorpresa en la cifra de crecimiento económico de nuestro vecino, ha puesto a especular a más de uno que sería una buena oportunidad para que la Reserva Federal en su reunión de política monetaria de esta semana, aproveche en subir la tasa de interés, generando con ello un valioso espacio monetario que le brinde mayor margen de maniobra para relajar su política monetaria el próximo año, cuando todo parece indicar que la economía estadounidense entre en recesión.
Volviendo al tema, mañana martes 30 de abril, Inegi dará conocer la estimación preliminar del PIB del primer trimestre. De acuerdo a las estimaciones de expertos e incluso a lo que el propio Banco de México, ha dicho no debería descartarse cifras de alrededor del 1%.
De confirmarse esta cifra, estaríamos en la antesala de un período de desaceleración, lo que cobraría mucho sentido al tratar de explicar el débil desempeño de nuestras importaciones, derivado de un anémico comportamiento en la producción de bienes y servicios nacionales.
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