Poco a poco, de forma sostenida y silenciosa en la década reciente, un grupo de multinacionales españolas ha conseguido controlar buena parte de la producción, abasto y distribución eléctrica en México, tanto de energías limpias y renovables como de las que emplean combustibles fósiles para la generación.

Iberdrola, por ejemplo, una de las compañías mejor posicionadas, aspira a que en 2020 su filial mexicana supere en producción de kilovatios anuales a la casa matriz en España, lo cual le permitirá controlar 20 por ciento del mercado mexicano. La reforma aprobada por el anterior gobierno, de Enrique Peña Nieto, que entró en vigor en 2014, abrió definitivamente las puertas a la expansión ibérica en un sector estratégico.

En décadas recientes, sobre todo a partir de la apertura parcial del sector a la inversión privada –primero como abastecedoras de gas para plantas de ciclo combinado–, las multinacionales españolas aumentaron su interés por el mercado mexicano. De hecho, en todos los foros internacionales, cumbres bilaterales, tanto entre México y España como con la Unión Europea, uno de los reclamos más insistentes a los gobernantes mexicanos era precisamente la urgencia de liberalizar por completo los sectores entonces más protegidos de la economía mexicana: los hidrocarburos y la electricidad.

Así se lo comunicaron a los ex presidente Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. La presión venía no sólo de los ejecutivos de las principales compañías del sector, como Gas Natural, Endesa, Iberdrola, X-Elio, Sacyr, Acciona, Abengoa o Unión Fenosa, sino también de otros grupos de apremio, como los bancos BBVA o Santander, y otros del sector financiero, que a su vez tienen participaciones accionarias en las compañías energéticas.

El empeño del capital español en el sector eléctrico mexicano lo ha convertido en inversor extranjero de referencia y, por tanto, en el principal aspirante a controlar el mercado en el futuro.

Se calcula que entre 2006 y 2015 el sector eléctrico mexicano recibió inversión extranjera directa por algo más de 7 mil 400 millones de dólares, de los cuales 38 por ciento procedía de empresas españolas.

Sus inversiones se han desplegado en todas las facetas del complejo sector eléctrico en México, tanto en el abasto de gas a las plantas como en la generación de energías eólica, geotérmica, hidroeléctrica y nuclear, y se han posicionado en la producción, abasto, distribución y generación de tecnología enfocada al área.

Según informes del Instituto de Comercio Exterior de España, entre Naturgy (antes Gas Natural Fenosa) e Iberdrola producen en torno a 20 por ciento de la energía eléctrica de México.

Además, Abengoa, Elecnor y ACS se han adjudicado contratos de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para la construcción de centrales (principalmente ciclos combinados). En el sector eólico, más de la mitad de la energía es desarrollada por empresas españolas (Iberdrola, Acciona, Gamesa, Renovalia, X-Elio).

Datos de la Secretaría de Energía (Sener) también confirman una tendencia ascendente en años recientes: la cada vez mayor absorción del negocio de la generación, abasto y distribución de energía eléctrica por la iniciativa privada, en la que el capital español es el que parte con una posición de dominio.

Por ejemplo, durante 2017 se generaron en México 329 mil 162 gigawatts-hora (GWh) de electricidad, de los cuales las centrales de la CFE produjeron 52 por ciento, mientras los privados 48 por ciento, de acuerdo con el Programa de Desarrollo Eléctrico Nacional 2018-2032.

Si se desglosa el apartado del sector privado, los llamados productores independientes de energía (cuya electricidad es vendida a la CFE) aportaron 26.7 por ciento del total.

Las empresas líderes

Iberdrola y Naturgy son las dos multinacionales españolas con mayor presencia en el sector eléctrico mexicano, y ya cuentan con una plantilla en México de más de mil trabajadores cada una.

De hecho, según datos de la Sener, en el periodo 2014-2017 Iberdrola lideró las inversiones en México con mil 832 millones de dólares, seguido por Acciona Energía (878 millones), Fisterra (650 millones), Abengoa (631 millones) y Naturgy (404 millones).

Más aún: Iberdrola diseñó un plan de inversión –que mantiene vigente tras el cambio de gobierno–, en el cual prevé desembolsar algo más de 2 mil 800 millones de dólares hasta 2022.

Incluso, en su plan estratégico advierte que a sus ocho proyectos –actualmente en construcción– que suman más de 4 mil megavatios, añadirá una potencia de unos 2 mil megavatios, según datos presentados hace unos días.

El objetivo es elevar su capacidad total de generación a 11 mil megavatios en 2022, con lo cual producirá más de 20 por ciento de la electricidad que se consumirá en México. De hecho, en el año y medio anterior la compañía puso en marcha dos plantas de ciclo combinado en los estados de Nuevo León y Baja California, y dos de cogeneración, en Tamaulipas y Querétaro, lo que le permitió incrementar su capacidad en más de 10 por ciento y alcanzar una producción récord en 2017 de 41 teravatios hora (TWh).

Es un negocio en auge que permitió a Iberdrola alcanzar un récord histórico de beneficios netos, al lograr en los primeros nueve meses del año pasado 2 mil 91 millones de euros de ganancias.

Los datos oficiales de la Sener confirman la expansión del capital español en el sector en años recientes. Entre 2010 y 2015 se llevaron a cabo 51 proyectos, de los cuales 43 por ciento fue detonado por empresas españolas, sobre todo en la generación de fuentes renovables, en las que España cuenta con empresas de referencia a escala internacional.

Naturgy también prevé una expansión de sus negocios en el sector en México. Una muestra es que en su recién aprobada restructuración del grupo, una de las cuatro patas del conglomerado será la llamada Iberoamérica Zona Norte, que sólo incluye a México y Panamá.

Uno de los hitos empresariales de este corporativo en México fue lograr que le autorizaran los permisos de distribución para los estados de Campeche y Yucatán, que le permitirá abastecer a un mercado de 513 mil nuevos usuarios potenciales, con lo que podría aspirar a lograr 8 millones de clientes potenciales si se toman en cuenta todas sus plantas y consorcios en México.

Uno de los principales aliados de los corporativos españoles para su expansión en el sector en México ha sido Guillermo Zúñiga Martínez, de la Comisión Reguladora de Energía, que en años recientes ha visitado este país en reiteradas ocasiones para explicar de primera mano los entresijos de la reforma energética, la mayoría de ellas en actos promovidos y organizados con el apoyo de la embajada de México, presidida por la diplomática priísta Roberta Lajous –quien fue recientemente ratificada en el cargo.

La más reciente visita de Zúñiga Martínez a Madrid fue el 12 de diciembre pasado, cuando ya había tomado posesión Andrés Manuel López Obrador, para reunirse con directivos del sector y decirles que se iban a garantizar los derechos adquiridos de las empresas en años recientes, y auguró ante ellos que no habrá grandes cambios en la subasta a largo plazo que tiene paralizada el gobierno.


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