Estados Unidos pidió a última hora endurecer las reglas de origen del sector automotriz del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).

Este punto forma parte de las negociaciones entre Jesús Seade, subsecretario para América del Norte de la Secretaría de Relaciones Exteriores, y el titular de la Representación Comercial de Estados Unidos (USTR, por su sigla en inglés), Robert Lighthizer, quienes se reunieron este viernes por la mañana en Washington.

Una de las cláusulas del tratado firmado estipula que 70% del acero y el aluminio deberá ser de la región de América del Norte en la producción de autos y camiones.

Pero Estados Unidos ha propuesto que esta regla general aplique en específico para el planchón de acero y aluminio, lo cual complica el cumplimiento sobre todo para las armadoras establecidas en México.

“Es como ponernos una camisa de fuerza entre los tres países, nos volveremos menos competitivos en la región y en especial México”, dijo Eugenio Salinas, presidente de la Comisión de Comercio Exterior de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin).

Actualmente, el T-MEC firmado establece que además de las reglas de origen específicas por producto u otros requisitos, cada parte dispondrá que un vehículo de pasajeros, camión ligero o camión pesado es originario solamente si al menos 70% de las compras de acero, en valor, del productor del vehículo en el territorio de las partes es de mercancías originarias.

La misma condicionante se fijó para el caso del contenido de aluminio.

Este requisito aplicará a las compras corporativas del productor de un vehículo en el territorio de las partes, incluyendo si el productor tiene más de una ubicación en una parte donde el acero y aluminio son comprados.

Dichas compras de acero y aluminio incluyen las compras directas, las compras a través de un centro de servicio y las compras adquiridas a través de un proveedor.

Lighthizer pidió una definición más estricta de lo que constituiría el acero de Norteamérica, según las normas de origen automotriz, y ha pedido que el acero se “derrita y vierta” en América del Norte.

En respuesta, el gobierno de México informó el domingo que acepta la petición respecto al acero, pero con la condición de que entre en vigor en cinco años posteriores al arranque del T-MEC; mientras que para el caso del aluminio, indicó que se opone porque México prácticamente no produce aluminio.

Salinas explicó que esta propuesta preocupa no a las empresas de autopartes, sino a las armadoras, ya que el planchón es un producto semiacabado, se importa en forma de lingotes y, en las plantas, se transforma en laminados automotrices, cumpliendo con la regla de origen a través de lo que se conoce como salto arancelario.

El salto arancelario sucede cuando un bien es fabricado con materiales importados de otro país no miembro del tratado, y al momento de ser exportada, esta mercancía tiene una clasificación distinta de aquella con la cual fue importada. Es decir, el producto ha sufrido una transformación que provocó que su naturaleza arancelaria cambiará, adquiriendo de esta manera su origen regional.

La Concamin envió el miércoles una carta a Seade en la que advierte que los cambios que Estados Unidos plantea en este punto son inaceptables e imposibles para los fabricantes de la industria terminal de México.

Originalmente, la petición sobre el endurecimiento de las reglas origen respecto al acero y el aluminio fue planteada por sindicatos automotrices de Estados Unidos.


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