El FMI ha sido el último de los organismos en alertar de que la economía global se desacelera y lo hace a un ritmo mayor de lo esperado.
Hace solo dos años la evolución de la economía mundial sorprendía a propios y extraños. Por primera vez en muchos años, en 2017 se observaba un crecimiento sincronizado; tanto los países emergentes como los avanzados registraban tasas de incremento del PIB más elevadas de lo esperado, impulsadas en gran medida por el dinamismo del comercio mundial.
Ahora todo ha cambiado. El FMI ha sido el último de los organismos en alertar de que la economía global se desacelera y lo hace a un ritmo mayor de lo esperado. Si hace dos años el 75% de las economías registraba una aceleración del crecimiento, ahora el 70% se ralentiza; se trata, pues, de una pérdida de tracción sincroniza.
Pese a todo, no se espera una recesión a corto plazo; de hecho, el FMI estima que el crecimiento económico mundial alcanzará un 3,5% en 2019 y una tasa similar para 2020. Sin embargo, se trata de un crecimiento vulnerable por estar sometido a numerosos factores de riesgo. Entre ellos destaca la falta de acuerdo para el Brexit, la posibilidad de una guerra comercial o el elevado nivel de endeudamiento en algunos sectores económicos y países.
La presidenta del FMI, Christine Lagarde, ha reconocido que la economía mundial agradecerá el reciente cambio de tono de la política monetaria de la Reserva Federal y el BCE, y aboga por poner fin a las disputas comerciales y volver a hacer del comercio mundial el motor de crecimiento de la economía.
A esta petición también se ha sumado el presidente de la Organización Mundial del Comercio, Roberto Azevedo, tras hacer públicas las nuevas estimaciones de crecimiento del comercio. De acuerdo con la OMC, el ritmo de intercambios de mercancías se reducirá hasta el 2,6% en 2019, cuatro décimas por debajo que en 2018.
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