La transformación de México no sólo ha tocado a la esfera política, sino también a la empresarial. La elección –a mediados de este mes– de Carlos Salazar Lomelín como presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) es un guiño de la iniciativa privada al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. Hay un reacomodo oligárquico, asegura el politólogo Mauro Jarquín Ramírez, especialista en el estudio de los grupos empresariales del país.

En entrevista, sostiene que el resultado de la elección para renovar la dirigencia del organismo cúpula (https://bit.ly/2B3l1TU) es una señal del sector privado a la actual administración. Primero, porque Salazar Lomelín fue directivo de Fomento Económico Mexicano SA (Femsa) y es un hombre de confianza del Grupo Monterrey –como se identifica a varios de los empresarios más influyentes de esa región del país– y cercano a Alfonso Romo Garza, jefe de la Oficina de la Presidencia.

Segundo, porque en tiempos recientes el CCE y el Consejo Mexicano de Negocios (CMN) –la mano que mece la cuna al interior del primero– se habían visto distanciados del gobierno de López Obrador.

Jarquín, integrante del seminario de Perspectivas críticas en educación en México y Latinoamérica de la Universidad Nacional Autónoma de México, recordó que tras el resultado de las elecciones de julio de 2018 el CMN comenzó su acercamiento con el entonces gobierno electo. Lo hizo con un espot difundido en redes sociales (https://bit.ly/2AYznFc), en el que los empresarios más poderosos ofrecieron su respaldo a López Obrador.

La elección no es casual

La elección de Salazar Lomelín no es fortuita, dijo, porque el sector privado está dispuesto a colaborar con el gobierno, el cual ha concitado el apoyo de industriales aglutinados en el Consejo Asesor Empresarial (https://bit.ly/2sKDyQj) o la Asociación de Empresarios por la Cuarta Transformación, a cargo de Javier Garza Calderón (https://bit.ly/2s3bVkV).

Indicó que el cambio en el CCE viene a generar mayor cercanía con el gobierno, porque, en su discurso, Salazar Lomelín dijo que la iniciativa privada coincide en la lucha contra la corrupción y un mayor crecimiento económico del país (4 por ciento).

Comentó que el acercamiento de López Obrador se ha dado con determinados grupos de la iniciativa privada, como es el caso del Consejo Asesor Empresarial, en el que está presente la banca, con Carlos Hank González (Banorte); la industria de las comunicaciones, con Ricardo Salinas Pliego, Bernardo Gómez y Olegario Vázquez Aldir; turismo, con Daniel Chávez, de Grupo Vidanta; servicios, con Miguel Alemán Magnani (Interjet); la industria del papel, con Miguel Rincón Arredondo (BioPappel); Sergio Gutiérrez, propietario de Deacero, siderúrgica de Nuevo León.

Sin embargo, la conformación de ese consejo muestra que algunas fracciones del empresariado tendrán mayor preponderancia. Incluso, los grupos industriales que podrán estar más activos en el sexenio, como es el caso de Grupo Hermes –en el que participa Hank González–, han mostrado interés por participar en el proyecto del Tren Maya o en las políticas de generación de microcréditos, en las que estarían vinculados Banorte y Salinas Pliego con Banco Azteca.

En cuanto a la elección de Salazar Lomelín, consideró: Es un guiño de un grupo que se había quedado un tanto al margen del proceso político, sobre todo por su cercanía con las otras propuestas electorales, principalmente con José Antonio Meade, en el caso de Claudio X. González.

Comentó que dicha elección muestra la voluntad de los empresarios para formar parte de los proyectos del gobierno de López Obrador, pues algunas entidades afiliadas al CCE, como la Asociación de Bancos de México, buscan apoyar mediante la generación de política financiera, o fracciones aglutinadas en la Cámara Nacional de la Industria de Transformación alcen la mano para proveer insumos en la edificación del Tren Maya.

Los que mueven las piezas

Interrogado respecto de si aún existen empresarios que mueven las piezas del ajedrez en la iniciativa privada, señaló que esas figuras siguen vigentes y deben verse en dos sentidos. El primero está relacionado con la dinámica de la empresa y el segundo con la organización del empresariado como conjunto político.

En el primer sentido, esas personalidades siguen vigentes por los lugares que ocupan en los consejos de administración de las empresas. En el segundo, que es político, es un tanto diferente, pues quedan pocos. El más significativo es Claudio X. González, quien apoyó a Meade.

Pero ahora su liderazgo pesa menos, a partir de la generación de nuevos líderes políticos industriales que son menos ortodoxos y tienen una visión más pragmática de lo que tiene que hacer el empresario para poder colaborar en el desarrollo social y también beneficiarse.

Claudio X. González dijo hace poco que el empresariado tenía que ser mucho más pragmático, y él mismo lo hizo en el espot en apoyo a Andrés Manuel y con la reunión que sostuvo con López Obrador, expresó (https://bit.ly/2Ude5KU).

Los tiempos de disputa totalmente ideológica entre un sector liderado por una cámara, que más bien es una instancia de coordinación política del empresariado, no se han quedado totalmente atrás, pero están en segundo plano. Ahora lo que estamos encontrando es una propuesta pragmática de acercamiento para poder generar un país que beneficie a todos, lógicamente más a los industriales, comentó.

Si bien son cámaras que pugnan hacia afuera por una mayor democratización de la vida social, entendida como protección del estado de derecho y elecciones, hacia el interior no son democráticas, porque existen, esto lo han mencionado en múltiples ocasiones, empresarios con sobrerrepresentación de determinadas cámaras, por lo que los pequeños capitales quedan de lado.

La propuesta de Salazar Lomelín, indicó Jarquín, busca que la sobrerrepresentación de aquellos grupos sea menor y se vea una suerte de democratización en las propias organizaciones empresariales. No creo que exista un cambio. Más bien, esas estructuras se van a mantener con una lógica más democrática, al menos en sus formas.

Respecto de la forma en que se podrá ver la separación del poder político del económico, dijo: “Esa noción responde más a una necesidad retórica que a un proyecto concreto de realización, por el hecho de que la unión de los poderes económico y político es el sustento del capitalismo. Tanto Morena, como partido político, como Andrés Manuel, en calidad de candidato, no se pronunciaron por ir en contra de las lógicas del desarrollo capitalista en ningún momento.

Morena es un partido que busca construir un proyecto integral, bajo la lógica de un capitalismo nacional, en donde pueda integrar perspectivas democráticas en cierto gobierno popular con las necesidades del capital nacional, añadió.

Mientras no exista una propuesta de superación de esa lógica de desarrollo capitalista, entonces es imposible separar el poder económico del político, porque el segundo está sujeto al primero. La propuesta Lopezobradorista es hacer un poco menos burda esa dominación.

Destacó que se busca dar más voz a la población para que el electorado se incluya como respuesta a la pregunta de quién manda, que quedó claro con las consultas para decidir el destino del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (https://bit.ly/2CMM9bk).

Indicó que hay una especie de reacomodo oligárquico. Las oligarquías históricas, hasta el momento, no parecen verse afectadas por las políticas de López Obrador, porque él necesita la inversión de los grandes capitales. Es por eso que en su consejo empresarial están personas y personajes que básicamente se han alimentado del poder político.

Categorías: Economía

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